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domingo, 24 de agosto de 2014

Una hermosa terraza con vistas. Alegría en Urban Chic.

He tardado mucho en volver y las causas han sido ajenas a mi voluntad, ya que mi estreno fue apoteósico, en un encuentro solidario que organizaron mis primos Laura y Mario con sus 4x4 Kilómetros Solidarios.
Pero gracias a los hados y mi insistencia, conseguí que fuera Urban Chic el lugar elegido para un reencuentro entre viejas amigas (no amigas viejas, que estamos estupendas).
Y sí. La velada transcurrió tal y como deseábamos, entre confidencias, recuerdos y risas, mientras, otro viejo amigo José Manuel Tubío, Tubi, el anfitrión perfecto, nos agasajaba con una cuidada selección de las muchas delicias que pueden encontrarse en la carta. 
Payoyo sobre gel de Pedro Ximénez

No tienen cocina. Ni falta que hace. Un sensacional surtido de conservas de primerísimas marcas como Herpac y Ahumados Domínguez, riquísimas variedades de pan, como el exquisito de semillas, chacinas de primera y mucha imaginación, son los brillantes ingredientes que invitan a disfrutar de un ratito elegantón, agradable y veraniego.

El clima acompañó. El viento cesó y llegó la brisa (aunque el levantito pasa de largo por allí, según me dicen). Y enfrente, el Paseo Marítimo de Cádiz exultante, y lleno, muy lleno, como antaño.

La emoción del momento, el compartir mucho, después de tanto tiempo. El buen ambiente circundante. La temperatura perfecta. Y ¡ay!, el vino,..

Como ya sabe Tubi, servidora no es cervecera, a pesar de que es precisamente la cerveza la verdadera estrella aquí. Y por cierto, podría ser Urban Chic, los primeros en Cádiz en cerveceo de bodega, firme candidato a ser el templo de la cerveza en la ciudad, compitiendo con otros locales quizás menos preparados, o con menos fuerza.

Aunque a mí se me antoja que todo va por el buen camino y que estamos ante un lugar que podría convertirse en un referente como El Barril, aquella cervecería mítica (con patatas fritas) que ocupaba lo que hoy es el Macdonald´s en Ingeniero La Cierva, y de la que conservo apenas un nebuloso y vago recuerdo.

Atún ahumado sobre pan de semillas y cebolla caramelizada
Que peque de sacrílega y que a mí no me guste demasiado la cerveza, de todas formas, no es problema, al contrario, porque hay buenos vinos para elegir. Y es que la bodega de Urban Chic es un lujo, y el ir probando lo mejor, por recomendación, todo un placer.

Y así, confiada y entregada por entero al bebercio sin remilgos, caté primero un vinito suave, pero con carácter, un blanco alemán delicioso, el S.A. PRÜM "SOLITAR", aquí tenéis al buen alemanote, goloso al paladar para mi gusto. Repetiré.

Entre copa y copa, cayeron unas tapitas deliciosas: banderillas de atún y queso, ijada de atún, atún ahumado sobre pan de semillas y cebolla caramelizada, queso payoyo sobre gel de Pedro Ximénez, falso kebab de chicharrones, wrap de salmón, sardinas en vinagre dulce (espectacular), entre otros canapés de auténtico pecado.

Wrap de salmón
Y llegó otro vino. Un magnífico chardonnay de Manuel Manzaneque (DO Finca Elez), galardonado en varias ocasiones por sus blancos, aunque este que Tubi me ofreció, y que está al alcance en Urban Chic, es un vino muy especial, de reconocido prestigio y calidad. Mi curiosidad natural y mis ganas de reconocer un producto de calidad, me llevan a investigar un poco, y ver qué hay detrás de este sabor amarillo y frutal, pero no demasiado, de acidez controlada que amarguea suavemente al final.

Espectacular: sardinas en vinagre dulce.
Después de la primera copa, el flechazo. Tras la segunda, el amor es eterno.

En este enlace de Mundovino podéis encontrar información sobre este caldo albaceteño de lujo.

El postre fue de chocolate, sí, pero no recuerdo con seguridad en qué consistía (los efectos del vino actuaron a idealizar para siempre ese maravilloso brownie con chocolate templado, ¡madre mía!). Solo la calidez, el gusto del cacao en el paladar, el sopor, la felicidad,... y las ganas de volver.

Ganas de volver para degustarlo todo, para participar del entusiasmo, la juventud y la energía de quienes lo regentan, que apuestan fuerte, y se nota.

Y entre las novedades hay mucho de comer (mejor ir y probar cualquier cosa exquisita de la carta), por supuesto, pero sobre todo de beber, con nuevos vinos increíbles como (y que no he probado todavía, no puede ser) los tintos "de autor" con 91 y 90 puntos Parker respectivamente,  el Hacienda López de Haro y El Pícaro.

Banderillas de atún y queso. Ijada de atún. Puro Barbate en el Urban Chic.
También, aquellos que gusten de la experiencia "sangría", encontrarán la artesana y embotellada Lolea, con su atractivo diseño de lunares, en dos variedades, la tradicional sangría de vino tinto, y la clarea, de vino blanco.
Yo me llevé a casa una botella, que ya está de adorno en la vitrina de la cocina, vacía, por supuesto.

La velada fue inolvidable, de las que quedan impresas en la memoria. Son de agradecer aunque sean breves, muchos instantes así en los tiempos que corren.
Y es que eso es Urban Chic, un lugar cercano, abierto a la cultura en todos sus aspectos (acoge periódicamente exposiciones de fotografía y pintura, así como eventos de carácter solidario y de índole diversa). un sitio en Cádiz, que no uno más, para ir todo el año, claro, pero con mucho sabor a verano, con vistas al océano y a la vida.

Con José Manuel Tubío
¿Que si lo recomiendo? Por supuesto.
No habría buen vivir si un toque chic frente al mar, con amigos, en el Urban.





domingo, 17 de agosto de 2014

Juventud y virtuosismo: Alfredo Jaime, violinista

Alfredo Jaime
Este curso pasado (sí, mi tiempo lo mido en cursos por "deformación" profesional) he sufrido algunas pequeñas calamidades personales, pero también he vivido momentos, no tan pequeños, que han conseguido tirar de mí. Sigan leyendo y me comprenderán.
A través de Facebook, una señora se ponía en contacto conmigo para comentarme que su hijo Alfredo tocaba el violín, y que sería genial que el chico me acompañara en algún acto de presentación literaria, para darse a conocer.
Les confieso que al principio no le di importancia y pensé que sería alguien más, de los muchos (sí, no exagero) de los que se ofrecen para "estar en la foto".
Pero no fue así.
En una de las presentaciones de mi editorial, conocí a Alfredo, y a sus padres, Inmaculada Doblado y Carlos Jaime, Música y Directora de Orquesta y Violinista y Director de Orquesta respectivamente, quienes se han convertido en grandes amigos personales.
Al término de la lectura, el chico, con un aplomo insólito para su edad (trece años), y una profesionalidad envidiable, comenzó a tocar. Todos nos quedamos boquiabiertos, atónitos y maravillados ante su virtuosismo.
Alfredo es capaz de emocionar, de poner en pie a todo un auditorio, sin que le pierda la inseguridad, la timidez o el miedo. Si teme, no se le nota.
Y tiró de mí. Fue el mejor regalo, el bálsamo para calmar la apatía.
Él no lo sabe, pero consiguió devolverme la esperanza y la fe en otra juventud distinta, con inquietudes, con ilusión.
Y es que Alfredo es pura sensibilidad, pero también trabajo, disciplina, orden. Y nada de su dura rutina en la música lo aleja de ser un chaval de su edad normal, despierto, con un sentido del humor chispeante y un saber estar que ya quisieran todas las madres del mundo para sus hijos.
La disciplina no le hiere, ya que su vocación es la música, y se ha criado en una familia de artistas, de entusiastas músicos que lo dan todo, y que ambicionan lo mejor y lo máximo para sus hijos.
Entre sus referentes, están, por su puesto, sus padres, claro, pero también grandes músicos y violinistas como Enrico Onofri, Jordi Savall, Nikolaus Harnoncourt y Claudio Abbado. No tiene pieza favorita, sino muchas, demasiadas para intentar hacer una lista completa.
El Renacimiento, el Barroco, el Romanticismo, el Clasicismo,  la música árabe...
La curiosidad de Alfredo no tiene límites, y la voracidad, propia de un chico de trece años, está muy bien enfocada y el mérito está en la gran labor que están realizando sus padres, no solo con él, sino también con su hermana Lucía.
Pero Alfredo es quien se deja guiar, con verdadera pasión por la música, y por el arte en general.
Intérprete de violín, Alfredo también forma parte de la orquesta joven "Renacer de los Afectos" que dirige su padre, Carlos Jaime, a la que dedicaré otra entrada completa en este blog más adelante.
Una servidora de ustedes solo espera poder contar durante mucho tiempo con Alfredo Jaime, para vestir mis poemas, si él quiere.
Y sepan, que esto es solo el comienzo.
Pronto será complicado conseguir que Alfredo Jaime pueda aceptar, mientras selecciona entre multitud de compromisos. Se lo rifarán. Llegará allí donde se proponga. Tiempo al tiempo.
Le vaticino una vida cuajada de éxito, porque es el fruto del talento. Gran éxito, grandísimo talento.
Música, mucha música, y suerte con la práctica del cello aunque no la necesitará, eso es seguro.
Sigan a este chico. Su carrera es ascendente. Es extraordinario.
Ya tiene un lugar de honor en la vida cultural de Cádiz. Pero repito, acaba de comenzar.

Para muestra, un botón:





sábado, 9 de agosto de 2014

Atunes en el paraíso I: Casa Rufo


No necesito ninguna razón especial para ir a Barbate.
Siempre vuelo hacia allá, impulsada por la verdadera pasión. Hay quien no me entiende. Y también los hay que me entienden demasiado bien, después de haber estado allí, saboreando, viviendo, y sintiendo, en definitiva.
Latí en su corazón un año entero, a pie de playa, disfrutando del invierno de olas salvajes en la playa de la Yerbabuena, de los paseos por su Mercado de Abastos, de las rutas por el Parque Natural de la Breña, y de su gente, y su forma animosa de ver el mundo y la vida, a pesar de las dificultades.
Los montaditos de sarda o de atún, y los caracoles de Casa Frasquito (lo sé, se merece una entrada, y la haré), el cafelito entre amigos en La Galería. La tertulia en el Café Revuelta (veterano lugar, con ochenta años de buenas experiencias). Los infugintonics de Bakara. Los helados de El Malagueño. Los mojitos del Atarraya. Y La Chanca. La Barbateña. Tres Martínez...
Sería interminable la lista de razones y argumentos para visitar Barbate. Pero, como ya he dicho, ¿quién las necesita? Desde Zahara hasta Los Caños todo es vida.
Pero ahora, dedicaré este espacio a uno de los lugares donde mejor se come de la provincia de Cádiz. Sí. A lo mejor exagero, pero como este blog es muy personal, me apetece hacer una afirmación también muy personal, pero que no falta en absoluto a la verdad, y si no, comprueben ustedes mismos, pásense por allí y opinen.
Me refiero al restaurante Casa Rufo.
Mis visitas suelen ser frecuentes, y casi siempre, con toda la familia. Su situación en pleno Paseo Marítimo de Barbate (peatonal en verano), en la Playa del Carmen, invita a relajarse, sobre todo cuando se llevan niños.
Apenas hace unas semanas acudí de nuevo, y esta vez me decidí a conocer a Rufino Correro Manzanares, dueño de este restaurante fundado en 1983.
La curiosidad es que el emplazamiento, hasta 1995 en que se trasladó a la playa, estaba en el centro del pueblo.
A Rufino le pregunté por la especialidad de la casa, que para mi sorpresa no es el atún, aunque por supuesto también, sino la ensaladilla, cuyo éxito le ha dado también la fama en el lugar.
En Casa Rufo también son famosos los desayunos, y los postres. Doy fe, porque disfruto como una niña con el arroz con leche divino y el espectacular tocino de cielo.
Casa Rufo destaca por muchas cosas, entre ellas la cordialidad del personal, la atención al cliente y el precio nada desorbitado en relación con la calidad.
No es un lugar con "ánimo de lujo", como es El Campero (lugar de referencia en todas las guías gastronómicas). No es un lugar al que haya que acercarse con las expectativas de este tipo sitios de alto nivel, pero sin duda, la altura de este tipo de restaurantes está en hacer que si se busca comida casera, se encuentre, con todo su sabor, y con unos productos de primerísimo orden.
Brocheta de atún, con patatas fritas y verduras. De mis platos favoritos
Pero también, para quien lo desee, hay platos más que dignos, como el atún al caviar de erizo, por ejemplo.
La carta de Casa Rufo es amplísima, y siempre (me consta) hay de todo lo se ofrece. El atún, más que extraordinario: a la plancha, en brocheta, en montaditos, aliñado.
Las huevas a la plancha y fritas. El pulpo a la gallega. Las puntillitas. El lobito (una especie de tiburón) a la plancha. El calamar relleno y mucho más.
Particularmente, me inclino por la brocheta de atún, con guarnición de verduras y patatas fritas (habría que hacer una mención especial a las patatas fritas de Rufo, y de otros muchos lugares donde las miman). El toque de romero sobre el atún, es delicioso.
Eso sí, en Casa Rufo hay que estar pronto, porque si no, las colas para coger una mesa pueden ser un poco desesperantes. Como anécdota, me comenta Rufino que un conocido ministro aguardó su turno, como cualquier vecino. Sería la única pega, además de que solo es posible ir de abril a septiembre.
Ya estoy deseando volver. De momento aquí dejo unas fotografías de primera visita de este verano. Probaré nuevas delicias en la segunda (y también publicaré mi experiencia).
Salud, y atún.

Helena dando buena cuenta del lobito con patatas. Ideal para los niños.

Montaditos de atún

Pulpo a la gallega
Tocino de cielo casero





Lo que más gusta a los buenos vividores