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domingo, 17 de agosto de 2014

Juventud y virtuosismo: Alfredo Jaime, violinista

Alfredo Jaime
Este curso pasado (sí, mi tiempo lo mido en cursos por "deformación" profesional) he sufrido algunas pequeñas calamidades personales, pero también he vivido momentos, no tan pequeños, que han conseguido tirar de mí. Sigan leyendo y me comprenderán.
A través de Facebook, una señora se ponía en contacto conmigo para comentarme que su hijo Alfredo tocaba el violín, y que sería genial que el chico me acompañara en algún acto de presentación literaria, para darse a conocer.
Les confieso que al principio no le di importancia y pensé que sería alguien más, de los muchos (sí, no exagero) de los que se ofrecen para "estar en la foto".
Pero no fue así.
En una de las presentaciones de mi editorial, conocí a Alfredo, y a sus padres, Inmaculada Doblado y Carlos Jaime, Música y Directora de Orquesta y Violinista y Director de Orquesta respectivamente, quienes se han convertido en grandes amigos personales.
Al término de la lectura, el chico, con un aplomo insólito para su edad (trece años), y una profesionalidad envidiable, comenzó a tocar. Todos nos quedamos boquiabiertos, atónitos y maravillados ante su virtuosismo.
Alfredo es capaz de emocionar, de poner en pie a todo un auditorio, sin que le pierda la inseguridad, la timidez o el miedo. Si teme, no se le nota.
Y tiró de mí. Fue el mejor regalo, el bálsamo para calmar la apatía.
Él no lo sabe, pero consiguió devolverme la esperanza y la fe en otra juventud distinta, con inquietudes, con ilusión.
Y es que Alfredo es pura sensibilidad, pero también trabajo, disciplina, orden. Y nada de su dura rutina en la música lo aleja de ser un chaval de su edad normal, despierto, con un sentido del humor chispeante y un saber estar que ya quisieran todas las madres del mundo para sus hijos.
La disciplina no le hiere, ya que su vocación es la música, y se ha criado en una familia de artistas, de entusiastas músicos que lo dan todo, y que ambicionan lo mejor y lo máximo para sus hijos.
Entre sus referentes, están, por su puesto, sus padres, claro, pero también grandes músicos y violinistas como Enrico Onofri, Jordi Savall, Nikolaus Harnoncourt y Claudio Abbado. No tiene pieza favorita, sino muchas, demasiadas para intentar hacer una lista completa.
El Renacimiento, el Barroco, el Romanticismo, el Clasicismo,  la música árabe...
La curiosidad de Alfredo no tiene límites, y la voracidad, propia de un chico de trece años, está muy bien enfocada y el mérito está en la gran labor que están realizando sus padres, no solo con él, sino también con su hermana Lucía.
Pero Alfredo es quien se deja guiar, con verdadera pasión por la música, y por el arte en general.
Intérprete de violín, Alfredo también forma parte de la orquesta joven "Renacer de los Afectos" que dirige su padre, Carlos Jaime, a la que dedicaré otra entrada completa en este blog más adelante.
Una servidora de ustedes solo espera poder contar durante mucho tiempo con Alfredo Jaime, para vestir mis poemas, si él quiere.
Y sepan, que esto es solo el comienzo.
Pronto será complicado conseguir que Alfredo Jaime pueda aceptar, mientras selecciona entre multitud de compromisos. Se lo rifarán. Llegará allí donde se proponga. Tiempo al tiempo.
Le vaticino una vida cuajada de éxito, porque es el fruto del talento. Gran éxito, grandísimo talento.
Música, mucha música, y suerte con la práctica del cello aunque no la necesitará, eso es seguro.
Sigan a este chico. Su carrera es ascendente. Es extraordinario.
Ya tiene un lugar de honor en la vida cultural de Cádiz. Pero repito, acaba de comenzar.

Para muestra, un botón:





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